Holden Caufield es un adolescente que no logra adaptarse al mundo. A su mundo. Luego de que lo echan del colegio –el quinto en pocos años- decide refugiarse en el centro de Nueva York por unos días antes de enfrentar a sus padres con la noticia.
Algunos hechos trágicos de su vida han hecho de este joven un ser oscuro y negativo, que no logra encontrara en su vida diaria nada que lo motive.
Irónico y descreído, narra un par de días de su vida y los contratiempos que sufre tratando de escapar de un destino que, sin embargo, sabe inexorable. Un destino de adulto, donde se convertirá en aquello que hoy desprecia pero a la vez anhela para sí mismo.
Su pequeña hermana Phoebe, con quien adora conversar a pesar de la diferencia de edad, será quien lo haga ver un poco más allá de sus frustraciones diarias.
El guardián entre el centeno es una obra destinada al público juvenil. Sin embargo, todos aquellos que no se hayan acercado a ella en su adolescencia pueden hacerlo sin miedo: no van a sentirse fuera de lugar, y en muchos pasajes se verán reflejados.
Contrariando su mote de “maldito” –ya que es reconocida como la obra favorita de algunos asesinos “célebres”- esta novela no es una apología ni de la violencia ni de una vida de delincuencia.
Sus personajes –incluso el propio Holden a pesar de renegar de todo- destacan la importancia de una formación y del trabajo duro para poder salir adelante en la vida. Sin sermones, en lenguaje llano y asequible, da a los jóvenes –y a los no tanto- una buena lección de vida.
Jerome David Salinger, nació en Estados Unidos en 1919. En sus obras retrata los dolores y miedos de niños y adolescentes con maestría. Luego del éxito de El guardián entre el centeno se volvió ermitaño, y poco se supo de él más que por sus obras. Esta novela, publicada en 1951, lo convirtió en escritor de culto y a su protagonista en prototipo del adolescente desengañado y en busca de su propio lugar en un mundo que no reconoce como propio: el de los adultos.
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