26 de agosto de 2011

Julio Cortazar


Mi primer encuentro con Julio fue hace mucho tiempo. Era enero de 1985. Yo tenía un poco más de doce años y él ya nos había dejado. Pero esto no lo supe hasta mucho tiempo después. Yo lo había descubierto y él había muerto.

Me estrené en la literatura cortazariana con un buen baño de sus cuentos, una antología editada por El círculo de lectores que contenía casi la totalidad de sus relatos, durante un verano en las sierras cordobesas.

De más está decir que con mis pocos años de ese momento, hubo mucho que me perdí de todo lo que él tenía para decir, pero el impacto que me produjo su literatura sigue intacto en mí.

“Silvia” fue el texto que más me impactó en ese momento. Y también el que más discusiones literarias con mi abuelo generó. Él lo consideraba, desde sus muchos años y muchos más libros, un relato que no estaba a la altura del genio de Don Julio. Yo, desde mi inocencia y mis nuevos descubrimientos, lo consideraba una obra de arte, y aún tengo frescos en mi memoria párrafos enteros y las imágenes que sus palabras despertaban en mí.

Luego llegaron los cronopios y los famas. Las instrucciones para sobrevivir en este mundo. Lucas, Glenda y el modelo para armar. Y ella. La maravillosa y espeluznante Maga, deambulando por las calles de París.

(Julio Cortazar nació el 26 de agosto de 1914 en Bélgica)

La foto es de la maravillosa Sara Facio.