17 de diciembre de 2011

Renacida - Susan Sontag (final)

Luego de escribir mis impresiones sobre la primera parte de Renacida, retome la lectura. Durante las primeras páginas tuve la grata sensación de que iba a tener que tragarme mis palabras anteriores, que la Sontag que admiro se veía reflejada en esta parte de sus diarios. Lamentablemente, esto duró muy poco. A las pocas páginas, la monotonía de las eternas listas, las abreviaturas que dificultan la lectura y los recortes que hacen que la historia sea ininteligible volvieron a ser la parte fundamental de esta obra.



Como decía en la primera parte de estos comentarios: seguiré buscando y conociendo a Susan Sontag a través de sus obras que ella decidió publicar y dar a conocer. No creo que los próximos tomos de sus diarios cuenten conmigo entre sus lectores.

30 de noviembre de 2011

Ana Karenina - León Tolstoi

Cada vez que decido comenzar a contar la historia detrás de Ana Karenina, mi mente no puede ir más allá de la escena del suicidio de Ana. Llegué a ese momento harta del personaje, no de la lectura, ni de la historia, sino de Ana Karenina concretamente. Estaba hastiada de sus humores, de sus crisis y desvaríos.

La mayoría de los que nos embarcamos en este texto conocemos el final de la heroína, y yo no veía la hora de que ese momento llegara para concentrarme en los otros personajes y sacar de en medio a esta mujer esclava de la histeria.

Y el momento llegó. Ana decide acabar con su vida y lo lleva a cabo. Y ya nada más importa. Ni la desgracia ni la felicidad de cualquiera de los demás personajes que pueden haberme atraído en las páginas precedentes y que ahora han dejado de interesarme.

La tristeza y desazón de la muerte de Ana son el corolario perfecto de una historia que nos muestra cómo la hipocresía y la falsedad de la sociedad, que tiene numerosas varas de acuerdo a quien haya que medir, nos lleva, tanto como individuos y como grupo a la más terrible ignominia.

(¿quieren saber si la recomiendo? Por supuesto. Nadie debería dejar de leer
a Tolstoi)

23 de noviembre de 2011

Renacida - Susan Sontag (Primera parte del libro)

Hace ya varias semanas (semanas que se convierten en meses) que estoy con “Renacida” de Susan Sontag en mis manos. Mientras tanto, pasaron otros libros que comencé y terminé (como “La llave de Sarah” y “Ana Karenina”, que ya comentaré por aquí), y este primer tomo de los diarios de mi admirada Sontag sigue dando vueltas a mi alrededor.

Si bien aún estoy en la mitad de mi ejemplar, no sé si mi opinión con respecto a él pueda variar mucho (aunque deseo que así sea), salvo que dé un giro de 180 grados.

Hasta el momento no logré engancharme realmente con él. No sé si esto se debe a la edición de su hijo, quien quitó mucho de lo que su madre escribió e hizo que se perdiera el hilo y algunos elementos referenciales; a que Susan Sontag escribió sus diarios, al menos estos primeros años, casi taquigráficamente con las mismas consecuencias; o vaya uno a saber cuál es la razón.

Si bien contiene frases memorables (estamos hablando de Sontag, esto es inevitable), descripciones de momentos excepcionales para su vida, no hay –o al menos yo no lo encontré aún- lo que tanto se promete: un acercamiento a los inicios de la gran pensadora, a las bases que hicieron de ella una gran referente intelectual, a comprender cómo aquella adolescente del inicio se convierte en la mujer increíble del final.

Entre todas las reseñas que leí antes de comenzar con este libro, una decía que esta obra lograba que una amara u odiara a Sontag, pero que no dejaba espacio a la indiferencia. Yo creo que la propia Sontag es quien, a través de su obra y su pensamiento no nos permite las medias tintas, que fue su compromiso con –entre otras- las causas feministas, que logró que ella fuera amada u odiada. Pero no creo que sus diarios –al menos no esta primera entrega- haga que uno cambie su opinión, ni tampoco que aquellos que no la tienen puedan formarse una.

Quien quiera conocerla debe acercarse a sus ensayos, sus disertaciones e incluso sus novelas, no a estos diarios que en muchas casos son más una agenda y una interminable lista de cosas por hacer.

(¿cómo continuará?)


16 de noviembre de 2011

Comer, rezar, amar - Elizabeth Gilbert

No soy de los que leen libros de autoayuda. No es por prejuicio, simplemente que es un tipo de obra de la cual no he logrado nunca sacar algo en limpio. Pero aquí estoy, comentando este libro, luego de haberlo leído de cabo a rabo. Llegué a “Comer, rezar, amar” después de ver la película y enamorarme de Liz Gilbert. Ahora, al haber terminado de leerlo, puedo decir que no me enamoré de Liz Gilbert… sino de Julia Roberts haciendo de Liz (comentario al margen: amo a Julia Roberts. En esta película y en cualquier otra).

Otra cosa que rara vez me sucede es que me guste más la adaptación cinematográfica que el libro (la vez anterior me ocurrió con El Lector), pero aquí volvió a ocurrir (pero no creo que haya sido sólo la presencia de Roberts lo que logró este milagro, sino una adaptación de la obra que quitó todo aquello que me resultó, al leerlo, terriblemente pesado).

La narración de dos años en la vida de la periodista y escritora Elizabeth Gilbert (los más duros de su vida, según sus propias palabras en el libro), están narrados como en un diario íntimo. Las descripciones de los lugares que visita, las personas que conoce y las cosas que aprende se mezclan indiscriminadamente con sus sentimientos y, fundamentalmente, sus emociones.

Todo comienza cuando la vida de Liz Gilbert está de cabeza. Se siente fuera de lugar, frustrada y terriblemente triste. Metida en una vida que eligió sin pensarlo demasiado. Es una periodista y escritora exitosa en el plano laboral, pero cuya vida privada se desmorona a ojos vista.

Luego de dejar a su marido, pasar por un divorcio que la deja sin nada (literalmente) y terminar una relación posterior que la dejó más destrozada aún, decide emprender un viaje en el cual conocer el placer y descubrir la vida espiritual. Sus destinos son tres “I”: Italia, India e Indonesia. Comer como en Italia, rezar como en India y amar como en Indonesia (título completo del libro en castellano).

Y así es como Liz emprende su viaje, que pretende que dure un año completo, planificando estar cuatro meses en cada uno de estos países.

En Italia su personalidad extrovertida le permite relacionarse profundamente con numerosos habitantes de Roma, creando lazos que no se extinguirán cuando ella se vaya. Descubrirá el placer de la comida y no sentirá ninguna culpa (todo lo contrario) al devorar sin parar los platos más tradicionales de la península en cantidades industriales. Sus amigos le enseñarán el idioma, del que ella se enamora, y a disfrutar de las charlas y la buena comida en compañía de gente que la aprecia.

Luego de este festín de los sentidos –nunca mejor dicho-, llega el momento de la espiritualidad, de dejar de lado los placeres mundanos para zambullirse en el conocimiento del alma, buscando, fundamentalmente, cicatrizarla. Al llegar a India, Liz se hospeda en un Ashram, un lugar donde los fieles de todas las creencias van a meditar, a aprender a conocerse y a limpiar su alma para poder hacer frente al mundo. Cuatro largos meses pasa nuestra protagonista, sufriendo y luchando contra todo aquello que arrastra en su vida y de lo que no puede desprenderse. Aprende a ver en su interior, a mirarse con más detenimiento y sobre todo a perdonarse y quererse.

Y, tras ir de una punta a la otra, de los placeres absolutos al mayor ascetismo, decide ir a Bali. Un lugar donde ya ha estado hace unos años, y donde conoció a un gurú que le predijo que ella volvería a esta ciudad para enseñarle inglés y que, a cambio, él le enseñaría todo lo que sabía.

En Bali encuentra mucho más de lo que va a buscar. Se encuentra a sí misma, ese equilibrio que viene persiguiendo desde el principio del libro y que se le hace esquivo.

Me gustaron los pasajes en los que Gilbert cuenta sus experiencias directas con la gente y los lugares, describe los paisajes, cuenta sus experiencias y encontronazos con las diferentes culturas que va descubriendo a lo largo de los kilómetros. Incluso me divirtieron.

Se me hicieron muy pesados los tramos en los que descarga toda su perorata seudo religiosa. Aquí vale aclarar que soy agnóstica, por lo que mi comentario anterior no está relacionado con que me haya sentido atacada u ofendida en alguna creencia. Me agotó con su discurso de que ese descubrimiento espiritual que ella tuvo es el único camino hacia la felicidad. No me gustan los fundamentalistas (en ningún área).

15 de noviembre de 2011

¿Volviendo...?

Volver no siempre es fácil. Y volver a escribir públicamente luego de sentirse abandonada bruscamente por las palabras, es más difícil aún. ¿Habrán decidido volver realmente o son simplemente mis ansias de escribir las que me traen de vuelta a este lugar? ¿Habré vuelto igual de sola que cuando me fui?

No lo sé, lo iré descubriendo con el paso de los días y a medida que vaya tecleando cada letra, que quizás, sólo quizás, se conviertan en palabras.

(Los comentarios de libros que iré publicando en estos días fueron escritos, a la fuerza, durante este tiempo. No serán publicados en el orden en que fueron escritos ni tampoco en el que los libros fueron leídos. Irán apareciendo, así, a medida que a cada uno de ellos les llegue el momento de hacerlo).

30 de septiembre de 2011

Sin comentarios…por el momento

Desde el último libro que comenté por estos lares (La casa del silencio, de Orhan Pamuk) leí varios que aún no han sido reflejados en el blog. Las razones son numerosas, y en muchos casos me suenan como meras excusas ante mí misma, pero creo que la causa principal de este seudo abandono es que las palabras decidieron no venir a mí por un tiempo. Sentí que no tenía mucho para decir y tampoco sabía cómo expresar lo poco que se me ocurría, entonces…¿para qué hablar cuando uno no tiene nada para decir?

“Los detectives salvajes”, “Ana Karenina”, “La llave de Sarah”, “El amante extremadamente puntilloso” (entre otros)… Todos libros que esperan en mis baldas ser comentados. Ya vendrán. Ya llegarán.

26 de agosto de 2011

Julio Cortazar


Mi primer encuentro con Julio fue hace mucho tiempo. Era enero de 1985. Yo tenía un poco más de doce años y él ya nos había dejado. Pero esto no lo supe hasta mucho tiempo después. Yo lo había descubierto y él había muerto.

Me estrené en la literatura cortazariana con un buen baño de sus cuentos, una antología editada por El círculo de lectores que contenía casi la totalidad de sus relatos, durante un verano en las sierras cordobesas.

De más está decir que con mis pocos años de ese momento, hubo mucho que me perdí de todo lo que él tenía para decir, pero el impacto que me produjo su literatura sigue intacto en mí.

“Silvia” fue el texto que más me impactó en ese momento. Y también el que más discusiones literarias con mi abuelo generó. Él lo consideraba, desde sus muchos años y muchos más libros, un relato que no estaba a la altura del genio de Don Julio. Yo, desde mi inocencia y mis nuevos descubrimientos, lo consideraba una obra de arte, y aún tengo frescos en mi memoria párrafos enteros y las imágenes que sus palabras despertaban en mí.

Luego llegaron los cronopios y los famas. Las instrucciones para sobrevivir en este mundo. Lucas, Glenda y el modelo para armar. Y ella. La maravillosa y espeluznante Maga, deambulando por las calles de París.

(Julio Cortazar nació el 26 de agosto de 1914 en Bélgica)

La foto es de la maravillosa Sara Facio.

23 de junio de 2011

Bolaño

"Y ella dijo: Álvaro Damián se pegó un balazo en la cabeza. Y yo dije: ¿y cómo ha podido Alvarito hacer semejante barbaridad? Y ella dijo: los negocios le iban muy mal, estaba arruinado, ya lo había perdido casi todo. Y yo dije: pero podía haberse venido al manicomio conmigo. Y mi hija se rió y dijo que las cosas no eran tan fáciles. Y cuando se marchó yo me puse a pensar en Álvaro Damián y en el Premio Laura Damián que se había acabado y en los locos de El Reposo en donde nadie tiene dónde reposar la cabeza y en el mes de abril, más que cruel desastroso, y entonces supe sin asomo de duda que todo iría de mal en peor."

Luego de leer este párrafo, "Los detectives salvajes" de Bolaño ha pasado al primer lugar en mi lista de libros por leer.

vía: Meta Incógnita

7 de junio de 2011

¿Dónde lees tú?

Paseando por los blogs que sigo en forma recurrente (los que pueden encontrar en la columna de la derecha), me encontré con varios post que hacían referencia a una iniciativa de la Fundación española "Germán Sánchez Ruipérez": ¿Dónde lees tú?

La idea es descubrir dónde leen los que leen, incluyendo aportes de los de a pie y también de escritores y otros artistas que nos cuentan donde los encuentran las letras, cuál es su lugar para leer.

Se puede participar de la iniciativa enviando textos o imágenes.

16 de mayo de 2011

La casa del silencio - Orhan Pamuk

La casa de Fatma se ha llenado de gente. Sus tres nietos han llegado a visitarla. Cada uno con sus razones particulares y personales, acuden a la casa de la abuela, buscando un momento de la historia, de la propia y del país en el que nacieron. Pasado, presente y futuro se entremezclan en los recuerdos, los pensamientos y los deseos.

Novela coral, donde cada personaje es reflejado a través de sus propias disquisiciones. El dialogo es escaso entre estos seres perdidos cada uno en su mundo, pero los monólogos internos nos van mostrando la historia familiar, los desencuentros políticos e ideológicos que fueron dándose a lo largo de los casi cien años que vivió nuestra matriarca.

La violencia de clase que intenta camuflarse detrás de ideologías diferentes, lleva a nuestros protagonistas a vivir situaciones que no podrían haber imaginado, ni nosotros viendo sus vidas desde fuera, y que harán que sus realidades tengan un violento giro.

Mi primer encuentro con Orhan Pamuk fue a través de su novela Nieve, la cual realmente me atrapó e hizo que tuviera muchísimos deseos de adentrarme en otra de sus obras. No tuve la misma suerte con La casa del silencio, ya que no logré relacionarme con sus personajes, ni sus ambientes.

Es una historia interesante que nos lleva a conocer algunos aspectos de la vida política de Turquía utilizando como excusa la vida diaria de una familia que se ha visto afectada a diario por los cambios históricos, pero a mí, no logró entusiasmarme.

26 de abril de 2011

Las horas - Michael Cunningham

“Las horas” se presenta como un libro sobre la vida de Virginia Woolf. Creo que esa descripción es una simplificación sobre el contenido de esta novela, tan apasionante como encantadora.

Virginia, mi adorada y admirada Virginia, es el eje central de esta historia, hacia quien se refieren el resto de los personajes distribuidos a lo largo de casi cien años. Es la columna que atraviesa y a la vez sostiene los personajes. Es la inspiración, el ideal a seguir aunque nos lleve al fondo del río con los bolsillos llenos de piedras y la cabeza atiborrada de voces extrañas.

La escritora inglesa Virginia Woolf vive en el campo –añorando sin pausa la ciudad de Londres -, junto a su marido Leonard Woolf, quien decidió poner en marcha este exilio interior buscando alguna cura para su esposa, quien es acosada por una profunda depresión, pero sobre todo por todo un séquito de seres que se han metido en su alma y no le permiten llevar adelante su pasión: la escritura.

Laura Brown es una profesional universitaria, con una formación que pocas mujeres de su época tienen. Corre la década del ´50 y Laura deja sus aspiraciones para cumplir con el rol social que le es asignado: esposa y madre.

Clarissa Vaughan vive en los ´90 en una aparente calma. En pareja con Sally desde hace más años de los que puede recordar, trabajo estable, una casa cómoda y moderna, y una hija adolescente que va dejando atrás las rebeldías, parece tener una vida perfecta. Pero como le ocurre a las mujeres de nuestra historia algo no está bien.

Virginia, Laura y Clarissa viven, en esta historia, una vida que no es la que desearon, una historia que no sólo no las completa sino que cada día que pasa las va vaciando de sueños y anhelos. Cada una intentará tomar las riendas de su vida y hará con ella lo que el cuerpo y la mente les permita. Cada una a su manera.

19 de abril de 2011

Una lectora nada común - Alan Bennett

El año pasado se me ocurrió, como herramienta para disminuir mi siempre creciente lista de libros por leer, llevar a cabo una serie de retos personales con distintas temáticas.

El primero, hecho en junio, tenía como tema obras en las cuales los libros fueran protagonistas. Así fue como leí: “El lector”, “La ladrona de libros”, “El librero de Kabul” y “Firmin”.

El reto del mes de agosto –ya que julio pasó sin pena ni gloria- tenía como guía para la elección a autores que no hubiera leído aún. Elegí a Le Clezio, Haddon, Cumming y Bennet, con sus obras “El africano”, “El incidente del perro a medianoche”, “Las horas” y “Una lectora nada común”. Este reto aún no lo he cumplido, se fue retrasando en parte por falta de tiempo y en parte porque Saramago metió la cola o mejor dicho su pluma, y produjo una pausa en mi programa de lecturas para meter dos de sus libros: “Ensayo sobre la lucidez” y “Caín”, la cual ya comente aquí, y la anterior aún sigue en el tintero.

Comencé este reto con “Una lectora nada común” del escritor inglés Alan Bennett. Ya había leído unas pocas frases del libro unos meses antes, pero en ese momento no me llamó demasiado la atención esta historia real (de la realeza), que toma un personaje real (de la vida) para contarnos una historia de ficción.

Pero esta vez, la segunda que hoy fue la vencida, me enganché con la historia a tal punto que la leí de una sentada. Para ser más exacta, de varias sentadas a lo largo del día, ya que lo comencé a la hora de la siesta y a la noche ya la había terminado. Responsables de estos son su extensión – ya que es una novela muy corta- y la prosa fresca y llevadera, que hace que a uno no le cueste avanzar, pero si cueste dejarla. Engancha y se deja leer con calma.

La reina Isabel I es dueña de –entre tantas otras cosas- un par de cachorros de los más traviesos y desobedientes. Una noche, persiguiéndolos para que entren, se encuentra –en pleno jardín de Buckingham- una camioneta toda destartalada que oficia de biblioteca ambulante. Ahí dentro, el bibliotecario y uno de sus empleados, metidos entre los libros, logran que se lleve un ejemplar –aunque es importante destacar que se lo lleva por simple corrección política y no por un interés verdadero por la lectura-.

Y aquí comienza la historia. ¿Qué pasa cuando una persona que tiene demasiadas obligaciones como para “perder” el tiempo leyendo se enamora de los libros y sus historias? ¿Qué ocurre cuando una persona demasiado ocupada en parecer interesante pero sin interesarse en nada comienza a interesarse por la letra impresa hasta tal punto de dejar de lado sus ocupaciones? ¿Qué ocurre cuando una persona comienza a escuchar realmente a sus interlocutores basándose en su interés por conocer nuevas lecturas? ¿Puede un libro, o un conjunto de lo más variopinto de ellos, cambiar la historia mundial?

20 de marzo de 2011

Fundación Tomás Eloy Martínez

Vía Twitter -herramienta que no acabo de comprender- me entero de que la Fundación Tomás Eloy Martínez lanzó su web. Ni lenta ni perezosa hago click en el enlace y me adentro en parte de ese universo que TEM soñó y planificó antes de morir como un espacio para promover la literatura y el periodismo joven latinoamericano. Saber que este sueño ya está plasmado y en muy buen camino me alegra. TEM nos enseñó mucho -a los periodistas y escritores y también a los lectores- y estar segura de que va a seguir haciéndolo me llena de placer.

16 de marzo de 2011

David Viñas (1927-2011)

Si repaso las entradas de los últimos meses, Tecleando comienza a parecerse a la página de obituarios de cualquier periódico. Luego de pensar un rato en eso, me doy cuenta de que estoy marcada intelectual y emocionalmente por una generación de artistas, periodistas, escritores, y profesionales en general, que está llegando de a poco al final. En estos meses fallecieron muchas personas de esa generación que se destacaron en el ámbito público, pero no todos fueron parte de mi vida. David Viñas, el último de esta lista, fue una presencia constante durante mi formación universitaria. Literatura Argentina -una de las materias que más amé durante la facultad, a cargo de la maravillosa María Paulinelli- tenía entre sus textos de cabecera numerosos escritos de Viñas, y ahí fue donde pude conocerlo y disfrutarlo.

Escritor, investigador, fundador de la revista Contorno -en la vereda opuesta a Sur-, son muchas las cosas que podría decir de David Viñas, pero en lugar de eso, les dejo un consejo: busquen sus palabras y disfrútenlas.

También les dejo algunos links:
Ese polemista incansable - Beatriz Sarlo

Y algunos rescatados por Maximiliano Tomas en su blog:
Borges y Perón - David Viñas
El hombre solo - María Moreno
Un maestro crítico - Martín Kohan

3 de marzo de 2011

Adquisiciones


El sábado me paseaba por una librería con el listado de textos escolares para mi hija, esperando mi turno en un mundo de padres ansiosos con listas tan eternas como la mía.

En un momento sentí que me observaban, me di vuelta, pero no lograba encontrar unos ojos que se dirigieran a mí. La sensación se mantenía, y sacando a flote mi sexto sentido comencé a buscar algo que no fuera una mirada. Y de golpe lo encontré. Desde una de las baldas, bastante solo para ser sinceros, me miraba un ejemplar de La novela luminosa, de Mario Levrero.

Al ver su editorial (Mondadori), me sentí bastante frustrada ya que por estos lados los ejemplares de esta casa son casi inaccesibles. Cuando me tocó el turno, pregunté tímidamente por su costo. La vendedora me explicó que era un libro usado, como pidiéndome disculpas.

Agradecí que lo fuera ya que esa circunstancia lo volvió accesible a mi presupuesto. Para ser sincera, no le veo el uso, ni siquiera se le nota que alguien haya pasado alguna vez sus páginas.

Como si mis estanterias no tuvieran ya demasiados libros que aún no leí, sumé uno más.

27 de febrero de 2011

El librero de Kabul - Asne Seiesrstad

Asne Seiesrstad es una periodista noruega, que decide reflejar la vida de las mujeres en Kabul y para ello se integra en una, la de Sultan Khan, dueño de una librería en la capital. Seiesrstad no quiere escribir esta historia a partir de entrevistas, por eso esta decisión de pasar a formar parte de una familia de clase media, para ver desde dentro y en forma cotidiana cuales son las vivencias, sueños y miedos de sus protagonistas.

A partir de un narrador omnipresente pero sin nombrarse a sí misma, la autora nos va describiendo la vida de las mujeres afganas a través de lo que ocurre en el hogar del que forma parte momentáneamente.

La familia de Khan está formada, al inicio de la historia, por el librero, su esposa, sus hijos, sus hermanas y su madre.

Khan va contando su historia, sus peripecias como librero y amante de las letras en un país donde gobiernos y gobernantes deciden quiénes pueden acceder a los libros, cómo pueden hacerlo y fundamentalmente a qué libros, cuáles son los textos permitidos y cuáles pueden, incluso, llevar a la prisión y a la muerte.

Si bien este libro cuenta la vida de Sultán Khan, lo que más llama la atención es el tipo de vida que llevan las mujeres de su entorno, la falta de derechos y la opresión a la que estas se ven forzadas.

Luego de la publicación de este libro, el librero se sintió ofendido por lo escrito, acusó a la autora de mentirosa y decidió publicar su propia versión de los hechos. Este libro aún no ha sido publicado en castellano, y sólo se conocen algunos detalles por los medios, por lo que lo poco que sabemos es que Sultan Khan desmiente a Seiesrstad y cuenta lo felices que viven todas las mujeres a su alrededor.

Personalmente no creo que haya mentiras en ninguno de los dos libros. Son visiones diferentes de una misma realidad. Una occidental, de una mujer proveniente de un país donde mujeres y hombres son considerados iguales, que poseen –al menos para la ley- los mismos derechos y las mismas obligaciones. Otra de un hombre criado y formado en una cultura donde la mujer es un objeto, una pertenencia del hombre, quien decide cómo ella vive… y también cómo muere.

13 de febrero de 2011

María Elena Walsh (1930-2011)


Hace poco más de un mes – el 10 de enero- nos encontramos con la triste noticia de la muerte de María Elena Walsh. Escritora, compositora, cantante.

Reconocida mundialmente, en primer lugar, por sus libros y canciones para niños, también se dirigió al público adulto con canciones, cuentos y columnas en los medios, en los cuales bregaba por la igualdad y la democracia.

Somos varias las generaciones que tenemos a Manuelita, la Reina Batata y la Mona Jacinta como compañeros de juego de nuestra infancia y al Reino del Revés como paraíso soñado donde escapar en momentos de aburrimiento.

Sus canciones fueron transmitidas en discos de vinilo, cassettes y CD, pero fundamentalmente a través de la voz de mamás, papás, abuelas y maestras.

La desazón por la partida de María Elena Walsh puede resumirse en los ojos llorosos de mi hija de diez años, cuando se enteró de la noticia. Todos los niños, incluso los que ya pasamos la niñez, sentimos que hemos perdido a una gran amiga de aventuras. Y para los adultos, se nos fue esa voz firme, la de las letras punzantes y que nos abrieron los ojos en momentos de la historia en los cuales era más fácil callarse.

Tenemos la suerte de poder volver a sus palabras y a su música cada vez que el alma y las ganas de sonreir, repensar la realidad y jugar nos lo pidan.

Les dejo la canción "para adultos" que más me gusta de ella:




Foto: Sara Facio -una gran fotógrafa, de la que tenemos que hablar muy pronto-, su pareja durante más de 30 años y que la acompañó, o se acompañaron, hasta el final de MEW.

6 de febrero de 2011

Regresando

Como todos los años, el verano hace que me meta dentro del cascarón, que me retraiga, que la mayoría de las cosas y los proyectos caigan en un letargo del cual salimos juntos –los proyectos y yo- recién cuando las temperaturas comienzan a descender y el otoño se ve a la vuelta de la esquina.

En este momento comienzo a retomar los pendientes y a listarlos para poder hacerles frente y ponerme al día con ellos.

Con Tecleando tengo muchas deudas, las cuales espero lograr saldar a lo largo de lo que queda del mes de febrero. De a poco voy escribiendo las reseñas de los libros que me acompañaron durante el año 2010, y sobre varios hechos que han ocurrido en estos meses de silencio.