31 de mayo de 2006

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Estoy en uno de esos días que preferiría pasar de largo, saltearlos. Ojalá pudiera marcarlos con anticipación en el almanaque para buscar la manera de hacerlos desaparecer, de hacer que pasen sin verlos, sin sentirlos, sin sufrirlos.

Las sensaciones son muy extrañas, aunque ya harto conocidas. Me duele todo, es la descripción más parecida a la realidad, y no es una gripe, como tantos a mi alrededor han decidido diagnosticar rutinariamente mi estado. No sé si definirlo como hartazgo, como depresión, como vacío, como insatisfacción, o como todo eso junto o separado, o como nada.

Me siento sola. Muy sola. Vaya paradoja, estando como estoy en la ciudad con mayor densidad poblacional de este bendito, mi bendito, país. Pero cada uno hace su vida, o lo intenta, sin ver a los demás, sin mirar a los ojos a nadie, ni siquiera a si mismos. Pero no es mi tierra. Esta ciudad, este lugar no es mi lugar. Estoy transplantada, pero no por decisión propia, sino de la vida y no me gusta que la vida juegue conmigo, por lo menos no a los juegos que no me gustan, que me aburren, que me hacen vulnerable, no quiero jugar más. No me gustan sus reglas. Si quería transplantarme podría haberlo hecho al otro lado del Atlántico, a orillas del Mediterráneo.

No sólo añoro un lugar que no conozco, en el cual nunca posé mis pies pero al que siempre soñé, al que siempre anhelé como la tierra de la cual seguramente vengo, desde otra vida, desde una vida pasada, en la que estuve en alguna existencia anterior. La sangre española que corre por mis venas es muy poca y muy mezclada –como dicen por ahí: los mejicanos descienden de los aztecas, los peruanos de los incas y los argentinos, los argentinos descendemos de los barcos…-, pero es la que más me tira, la que más se hace sentir.

Hoy me siento en un cuerpo que me queda chico, encerrada, con la llave extraviada, con la imposibilidad de salir y respirar, aspirar profundo y sentirme, nuevamente, en libertad. Se que el cerrajero está en mi, que la única copia que abre ese candado está en mi interior, pero todo se ve tan oscuro que me resulta imposible encontrarla…