Las palabras no se me dan. De un tiempo a esta parte siento que se han vuelto extrañas para mí. Siento que de todas las que conocía, muchas se han marchado de mi lado y han decidido no hablarme, no sé por qué. Me duele mucho darme cuenta de que al verlas por la calle no las reconozco. Seguramente será porque hace mucho tiempo que yo no les hablo, que no les escribo, que no las visito. Si, me he portado como una mala amiga con ellas. Y es cierto, además, que he sido ingrata. Tantos momentos hermosos que pasamos juntas, tanto que me han dado, siempre ahí, a mi lado, en las buenas y en las malas.
Acepto que debo, en pos de mi salud mental, recuperarlas. Hacer que vuelvan a mi vida, que me hablen, me cuenten y me acompañen. Tengo que portarme bien con ellas. Quizás así las recobre.
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