
Tenía este libro en mi lista de por leer desde hacía bastante tiempo. Por una cuestión u otra no había logrado hacerme con él, hasta que, con la excusa de las fiestas de fin de año, conseguí mi ejemplar y comencé a devorarlo ni bien el reloj dio las doce campanadas del 2012. Como primera lectura del nuevo año resultó un muy buen augurio para lecturas futuras.
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