4 de marzo de 2006

COLECCIONES

A todos se nos ha dado, en algún momento de nuetsras vidas, por coleccionar algo. Estampillas. Envoltorios de cigarrillos. Papel carta. Piedaras. Muñecas. Lapiceras. Figuritas.

Cuando tenía 14 años decidí coleccionar frases. ¿Y eso cómo se hace? se preguntarán ustedes. Muy simple, se toma un cuaderno o una carpeta con hojas y se van anotando allí las frases o ideas, propias o ajenas, que a una le resultan interesantes, por lo inteligente, lo graciosas, o cualquier otra características que las haga atractivas para la coleccionista en cuestión. Esta era la manera de hacerlo allá a lo lejos, a mediados de los años ochenta. Hoy puede hacerse en cualquier computadora, con un procesador de texto o incluso una hoja de cálculo donde ingresarlas. A gusto del consumidor.

Hoy, veinte años después, sigo con esa colección. Si bien la temática de las frases o poemas que en esa época copiaba en mi carpeta es muy diferente a la hoy escribo, sigo haciéndolo con las mismas ganas y pasión de coleccionista de ese entonces.

Mis carpetas, porque hoy son muchas, son un buen mapa de mi crecimiento, tanto intelectual como emocional.

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