2 de agosto de 2010

El lector - Bernhard Schlink

Hanna es una mujer madura, con una belleza particular (“pero entonces no era torpe, sino flui¬da, graciosa, seductora; una seducción que no emanaba de los pechos, las piernas y las nalgas, sino que era una invitación a olvidar el mundo dentro del cuerpo”), cobradora de tranvía que oculta un secreto.

Michael tiene 15 años, vive con su familia, va al colegio y la gusta la lectura. Y oculta un secreto.

Una hepatitis debilita a Michael, se descompone en la calle y es Hanna quien lo ayuda y acompaña a su casa.

Así comienza una historia de amor, pasión, libros y mentiras que se prolongará a lo largo de décadas en una Alemania atravesada primero por el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial y luego por el recuerdo de este, que no permite que sea olvidado. Los jóvenes reclaman a sus padres el papel que jugaron durante la contienda. Los adultos prefieren seguir adelante sin mirar el pasado ni su propio interior. No quieren dar explicaciones, ni a los otros ni a sí mismos.

La relación entre la mujer adulta y el adolescente está basada en el sexo y los libros, cuya lectura por parte del joven es requisito previo indispensable antes del encuentro erótico entre los personajes.

Pero un día, Hanna desaparece sin dejar rastro. Michael la espera, la busca, pero ella no regresará.

Los años pasan y el re encuentro es traumático: Michael es estudiante de derecho y presencia como tal uno de los juicios a personas que participaron en el régimen nazi. Hanna es una de ellas.

Luego de transcurridos varias jornadas del juicio, Michael descubre el secreto que tan celosamente y con tanto esfuerzo Hanna ha guardado a lo largo de su vida. Develarlo equivale a salvarla de la condena más dura, pero ella insiste en ocultarlo. Nuestro protagonista se debate entre hablar con el juez y contarle lo que ha descubierto o respetar el deseo de la mujer.

Con el paso de los años, un Michael ya adulto y con una vida hecha –y también deshecha, hay que decirlo- vuelve a leerle a su amor de la juventud, pero esta vez a la distancia.

Mi primer acercamiento a esta obra fue a través de la película dirigida por Stephen Daldry y protagonizada por Kate Winslet, David Kross y Ralph Fiennes. En ese momento me gustó el argumento, la manera de referirse a un hecho tan importante de la historia, los sentimientos y emociones que transmitían los personajes. Pero claro eran tres actores llevando adelante la vida de dos personajes.

La novela me gustó menos. Está bien escrita –no podría afirmar lo contrario-, la historia es la misma -fue respetada a rajatabla lo cual no es lo habitual-, pero quizás el hecho de haberla visto previamente representada en la pantalla grande, le haya quitado parte de la emoción y de la indiscutible tensión que tiene esta historia.

Por esto es que prefiero no leer una obra luego de haberla visto adaptada al cine (aunque hay honrosas excepciones, la mayor parte de las veces quedo defraudada). No sólo me resulta imposible imaginarme a los personajes –ya que tengo el rostro de quien lo interpretó clavado en las pupilas- sino que además no puedo dejar de comparar ambas expresiones y eso me dificulta entablar una relación profunda con el libro.

10 comentarios:

R. dijo...

¡Hola Soledad!

Pues a mí también me pasa lo que dices: cuando accedo al libro luego de ver la película, los personajes tienen el rostro de los actores que les dieron vida.
Yo también vi primero El lector, mas la novela no me defraudó. Algo me demandaba tener y leer el libro. Y así sucedió.

Saludos,
R.

Soledad dijo...

R:
no creo que defraudar sea el término a aplicar, simplemente que hay una parte que se pierde -o yo perdí, mejor dicho- al ya conocer todos los detalles de la historia. A veces veo películas basadas en libros que no me provocan luego leerlos, pero como a vos algo hizo que fuera a las páginas impresas.
Saludos!

Doamna care plânge dijo...

Me encanto tu blog..
Te gustan vario autoresa , que me gustan a mi :)

Doamna care plânge dijo...

Lindo blog !

Soledad dijo...

Bienvenida Doamna, gracias por tus comentarios.

Saludos,

Anónimo dijo...

¡Hola Soledad! yo leí primero el libro, y después vi la película. Me gustó mucho, sobretodo, como presentan que leer en voz alta puede ser sensual, y como leer a otro es una muestra de cariño. Si bien Michael nunca le perdona a Hannah lo que hizo, no deja de acompañarla a través de los cassettes que le manda para que se entretenga. ¡Como lo marcó esa relación! ¿verdad?
he disfrutado leyéndote.
Un abrazo,
Ale.

Soledad dijo...

Ale: ¡Gracias por pasar! Michael queda marcado de por vida por esta relación, hasta tal punto que no puede mantener ninguna otra, ya que esas mujeres con las que se relaciona no son Hannah...tan sencillo como eso. Y si, la lectura es una forma de demostrar cariño, de compartir con aquel que amamos algo que a nosotros nos ha llegado al corazón.
¡Saludos!

Zeuxis Vargas dijo...

Se me hizo agua la boca ( o fue el cerebro?) y me anegue de algo así como eso que dicen llamar la sincronía al encontrarme y leer tu artículo, luego vino el climax al encontrar tanto autor. sabes? me dan ganas de meter el dedito cada rato por aquí.
felicito tu reseña. Dijiste lo justo, y como buena borgeana demostraste manejar los tics maestros del recurso literario para decir con menos más. Un abrazo y espero comencemos una bonita historia de cordialidad. espero tu pañuelito o tu mensjae secreto en mi blog o en mi correo. chaooo.

loquemeahorro dijo...

¡Por fin alguien a quien no le gustó este libro! Por lo menos que no le entusiasmó, porque entusiasmo es lo que más encuentro en los blogs sobre este título.

Por eso lo leí este verano y ¡Qué decepción!.

Me parece que promete mucho, y al final, se queda en nada: Unas pocas preguntas (que todos nos hemos hechos) y ninguna respuesta.

Y yo no he visto la película, así que en mi caso no se trata de la comparación, aunque sí ha sidoun problema las altas expectativas.

Soledad dijo...

¡Hola loquemeahorro! sigo creyendo, a casi un año de haber leído este libro, que el problema principal es que había visto antes la película y los actores, las imágenes, la música, me hicieron sentir mucho más que las palabras.
Es muy difícil transmitir en palabras todo eso que el cine puede darnos a través de todas las herramientas que tiene a la mano, y me parece que al autor le faltaron algunas palabras.
No creo que sea un libro desechable, pero tampoco lo considero la gran obra maestra que mucha gente describe.
Es sólo mi opinión :)
¡Gracias por pasarte! Saludos,
Soledad