2 de junio de 2006

QUERIDA LORENA:

Siempre tarde... y perdida... y colgada... ese es mi estado actual. No sé qué pasa por mi cabeza - o mejor dicho con mi cabeza-. El tiempo se me vuela, se me escapa entre los dedos y no logro agarrarlo. Y quiero hacer mil cosas y no lo logro porque ese tiempo -al que llaman tirano en la TV pero creo que es más tirano aún en la vida real- se me escapa, sin dejar rastros. Y hoy estoy, un montón de días después, intentando darte señales de vida porque sino vas a creer que me perdí... ¿y sabías que a veces me siento así? Es este lugar en el cual no termino de encontrarme. Creo que me quedé en mi Córdoba querida y no me di cuenta. Mi cuerpo está acá, pero mi energía, alma, espíritu, como quieras llamarlo, se quedó allá. Se negó a subirse al camión de la mudanza y se quedó. ¿Y qué iba a hacer yo si ya es mayor de edad? ¿Obligarlo? ¿amenazarlo con un castigo, una penitencia? Me deseó buen viaje, y se fue silbando bajito, debe estar dándole vueltas al Parque de las Naciones, paseando por el Mercado de las Pulgas, colándose en la Biblioteca Mayor. Estoy segura, porque juran que lo han visto, que se dio una vuelta por los pasillos de la Feria del Libro, en mi querido Cabildo -¿cómo se puede querer un edificio? decimelo vos que sos tan inteligente y lúcida y no tan loca como tu amiga, la que suscribe-. Seguramente se metió en el Centro Cultural España-Córdoba y escuchó las charlas de Salzano o le susurró, muy bajito por supuesto, a un maestro no se lo inoportuna, mis desdichas a ver si algo le sirve para escribir una de sus historias, tan cordobesas, nostálgicas, hermosas. Y seguramente vio las últimas películas en el Cine Arte de la 27 de abril. Y espantó las palomas en la explanada de la Catedral tratando de alcanzar al D1 que va directo hacia el Cerro -seguro que no lo alcanzó, pobre, algún bache lo habrá tragado, si vieras lo rotas que están las calles de mi Córdoba querida, La Docta, mi Córdoba de la Nueva Andalucía, que diría Don Jerónimo Luis de Cabrera si la viera... se moriría -otra vez - de tristeza... ¿verá las luces del centro desde alguna terraza de Nueva Córdoba? ¿comerá criollitos de la panadería esa, la de la esquina, donde comprábamos además los pancitos negros para comerlos con miel? ¿se habrá dado una vuelta por la escuelita? Está tan cambiada que capaz que la pasó de largo sin darse cuenta... Y Mandarina... y Villa Pancho -que lo tiraron abajo, no comprendo como a nadie se le ocurrió declararlo monumento histórico- y María María y el chico de seguridad de Guacamaya... y el Monserrat mixto... hoy estoy nostalgiosa… como no extrañar a mi muy querida Córdoba de las Campanas…

2 comentarios:

pequeños sentidos dijo...

Sole, este post es tan familiar para mí... trabajo cerca del Parque de las Naciones y vivo casi casi en el centro, sólo cruzar el puente y ahí estoy. Córdoba tiene eso de nostalgia entrañable.
Me gustan los post donde compartís más desde dentro lo que sos, lo que vivís, lo que esperás... abrazo desde la Docta. Mar.

Soledad dijo...

Mar, gracias por pasar. Extraño mucho a mi Córdoba...nuestra Córdoba. Cada vez que llego bajo rápido la ventanilla del auto o bajo corriendo del ómnibus e inspiro profundo...me dirán que estoy loca pero el olor de mi tierra es incomparabale e inconfundible.
Cariños cordobeses...para otra cordobesa